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Mostrando entradas de marzo, 2024

Soledad

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Qué dura la soledad cuando uno no quiere estar solo. Aunque quizás sea peor sentirse solo en compañía.   

Distintas aves

Por fin estaban de vacaciones. Después de trabajar todo el año, cualquier descanso, en cualquier sitio, era un milagro. Tumbados en un chiringuito a la orilla del mar, echados cada uno en su tumbona, atardecía y empezaba a refrescar. —Mira, una cría de cigüeña —dijo Ana. —No es una cría de cigüeña, no empecemos con las indirectas. Sabes que es una gaviota adulta. ¡Qué bien se está aquí, qué calma! —respondió Carlos. —Sí, se está muy bien. No sé si has podido pensar en lo que hablamos el otro día. —Bueno, tú tampoco lo tenías muy claro, ¿no? —respondió Carlos revolviéndose en su tumbona. —Yo sí lo tengo claro. Ya te lo dije. Además, la casa no es problema, tenemos una habitación de sobra. —Pensé que había quedado un poco en el aire. —A mí no me importaría… —Vale, pues lo vemos. —No te hace ninguna ilusión, ¿verdad? —preguntó Ana. —¿No podemos estar un rato tranquilos? —Vale, pues lo dejamos estar —respondió Ana intentando aparentar indiferencia. El camarero del chiringuito se acercó por

Barrio de las letras

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Mi barrio preferido de Madrid. Aquí vivieron los grandes escritores del Siglo de Oro. En la calle Cervantes está la casa museo Lope de Vega, os recomiendo verla.   

Insomnio

  Por las noches vuelven los fantasmas del pasado. La luz del día los mantiene alejados, inmóviles, expectantes. Pero al caer la noche, se apoderan de su cabeza y es entonces cuando se viste y sale a la calle.     Deambula y fuma por las calles desiertas, con la cabeza invadida, ante la indiferencia de los pocos que se cruzan con él.   Entra en el pub Foxys, pide un whisky y se lo apura de un solo trago. Pide otro, otro más… Sabe que las voces empiezan a transformarse en susurros a partir del quinto. La embriaguez, la semioscuridad y la sordidez del local por fin consiguen aturdirle. Ya no se oyen tan nítidas las voces que le llaman asesino, ya se ve más difuminado el cuerpo de la niña que se llevó por delante.   Rosa María Hontoria

Margarita

Margarita era diferente. Las flores asomaban por sus orejas y, si te fijabas bien, podías observar césped verde dentro de su nariz. Durante su infancia, solo conseguía estar tranquila en el pequeño jardín de su casa. Un hermoso pino fue su padre, a él se abrazaba cada vez que necesitaba consuelo, y las flores fueron sus hermanas. Ahora, ya de adulta, trabaja en un vivero. Sigue sin entender el mundo, no para de comer semillas. Rosa María Hontoria

¡Ratatatata! ¡Pum pum!

¡Ratatatata! ¡Pum pum! Cuerpos mutilados, sangre, mucha sangre, demasiada sangre. Gritos. Alaridos de dolor que no puede olvidar y que le atormentan. Amanece. Los despiertan, si es que alguno ha conseguido conciliar el sueño. Suben al camión. Van a matar gente. Nadie habla. Se oye el traqueteo del camión. Hace frío. ¿O acaso no? Él tiene mucho frío, su alma está helada. ¿O acaso ya no tiene alma? Un día más en el infierno. Ya no sabe si prefiere matar o morir. Quizás sea mejor morir y acabar de una vez con esta farsa. Su amigo Mario murió ayer. Y Pedro antes de ayer. Esto está siendo una masacre. Han llegado a su destino. ¡Vamos, todos abajo! ¡A defender el puente! ¡Qué no pase ningún hijo de puta por aquí! ¿Entendido? Apuntamos, aseguramos el disparo, y disparamos. ¡No gastamos munición si no estamos seguros! ¡Pronto vendrán los refuerzos y tendremos más munición! ¿Cuándo atacarán? ¿Cuándo lo intentarán? ¡Qué frío! El suelo está helado. ¿Qué coño hace él aquí tumbado en el sue

Greguería - Microrrelato

  Se puso la capa, pero no pudo salvarse a sí mismo.   Según están las cosas, ganas dan de que llueva cuarenta días y cuarenta noches, y volver a empezar desde cero. Él robaba a los pobres, que le resultaba más fácil que a los ricos, y no se lo daba a nadie, se lo quedaba. La mesa era redonda, pero en torno a ella no se sentaba ningún caballero. En un lugar de la marcha, de cuyo nombre no quiero acordarme… «Haya luz», y hubo luz, aunque muy cara.       Rosa María Hontoria

Gota de agua

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El agua es vida. Nada es posible sin ella.   

Plaza de los cubos

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El legendario pasaje de la plaza de los Cubos está en un estado lamentable. He querido expresarlo haciendo esta composición con una fotografía del propio pasaje y una calavera de plata.  

Muñeca rota

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Ojalá sea verdad que los últimos serán los primeros.  

Rosas

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Estas rosas son de un rosal que tengo en mi terraza. La rosa rosa simboliza amistad y aprecio. 

Árbol en flor

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Esta foto la hice en el parque de Plaza de Castilla. SI PARA RECOBRAR LO RECOBRADO Si para recobrar lo recobrado Debí perder primero lo perdido, Si para conseguir lo conseguido Tuve que soportar lo soportado, Si para estar ahora enamorado Fue menester haber estado herido, Tengo por bien sufrido lo sufrido, Tengo por bien llorado lo llorado. Porque después de todo he comprobado Que no se goza bien de lo gozado Sino después de haberlo padecido. Porque después de todo he comprendido Que lo que el árbol tiene de florido Vive de lo que tiene sepultado. Soneto de Francisco Luis Bernárdez

Mens sana in corpore sano

    “Mens sana in corpore sano”. Pues eso, que llevo tiempo intentando cambiar mis hábitos de vida en general, y de comida y ejercicio físico en particular. Una de las cosas que he hecho ha sido apuntarme a fitboxing que, para quien no lo sepa, consiste en darle de hostias –patadas y puñetazos– a un saco. Para no hacerte daño en los nudillos y que no se resientan las muñecas, se deben vendar las manos. Las vendas que se utilizan, hay que lavarlas, al menos yo así lo hago, cada vez que se usan. Cosa, he de decir, que es un pelín pesada, porque una vez salen de la lavadora y se secan, hay que hacerlas una especie de ovillo enrollándolas sobre sí mismas, para que queden más o menos estiraditas y así, una vez que vuelvas al gimnasio, te las puedas poner sin que se vea afectada tu dignidad. El jueves de la semana pasada, fui al tendedero y cogí mis dos vendas para meterlas en la mochila e irme al gimnasio. Entonces, una de ellas se me cayó encima de la repisa. Desapareció de una maner

Autorretrato

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Esto es lo que pasa cuando una se levanta con ganas de hacer el tonto.

La cicatriz de Mario

                                                 «La relación con mis padres nunca fue buena», piensa Mario. Mientras, se aparta el flequillo y, con las yemas de los dedos, se toca la cicatriz como siempre hace cuando está nervioso. Y a no recuerda las veces que siendo un niño les preguntó por qué la tenía, que había pasado. Nunca le contestaron. Esa falta de empatía, que no consideraran que era importante para él saber por qué tenía una enorme cicatriz que le recorría la frente de sien a sien, le parecía, y le sigue pareciendo, una afrenta. Harto de preguntar aprovechó un día en que no estaban sus padres y rebuscando entre los papeles consiguió enterarse de que, siendo un bebé, se les cayó al suelo mientras discutían. Se abrió la cabeza y estuvo una semana en cuidados intensivos. Sus padres fueron interrogados por si hubiese habido malos tratos, no encontraron nada punible, ese era el parte que estaba leyendo. No le molestaba que se les hubiera caído al suelo. Lo que de verdad l

Piqueras

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  Embalse de Piqueras